jueves, 30 de junio de 2011

-El desafio de las ondas-


Si algún medio de difusión es popularmente querido en España, este es la radio que ha penetrado desde 1923 en los hogares españoles y hoy no hay hogar que no tenga una. La radio ha hecho compañía a miles de viudas de postguerra, viudas de ambos bandos que, como paradoja estaban unidas por un lazo común, la muerte de sus maridos.

La radio acompañó a éstas y a otras mujeres con canciones de Jorge Sepúlveda, Machín, Antonio Molina, Manolo Escobar, Acebe Mejías; acompañó con radio novelas de Sautier Casaseca, con las voces de Matilde Conesa y Rafael Barón.

Los inválidos de guerra también escuchaban la radio, no había Televisión, los cines eran escasos, los bailes sólo funcionaban los domingos, la radio llenaba un gran espacio de la vida española.

Las emisiones prácticamente eran todas estatales o paraestatales, el control que sobre ellas se ejercía era censuralmente brutal.

Los noticiarios eran tendenciosos, exagerados y ocultadores de lo que ocurría. El fútbol era retransmitido los domingos y el oyente, veía a través de las ondas, cómo Gento, Puskas, Diestéfano o Kubala realizaban las hazañas con el esférico.

Hay hoy más emisoras que en los años 60, ya que no son todas estatales, pero un gran número son del Opus Dei, y en mi pueblo se dice “tal para cual marajota e media”.

Pero un día, en antena, surgió de la capital de España que, de vez en cuando, late con pulsos de fiebre, Radio 3.

Esta emisora, lentamente, noche a noche, fue ganándose a la juventud, no hacían radio al modo clásico, el horario intempestivo era atrayente, empezaba a las 11 de la noche acabando sobre las tres de la madrugada.

Las voces eran agradables, cotidianas, cercanas, no tenían ese tono aséptico y engolado de otras emisoras; pero lo más interesante era lo que decían, por primera vez los informativos no hablaban de jefes de estados, de grandes acuerdos firmados. Noticiaban cosas risueñas, que los jóvenes estudiantes y jóvenes obreros y otras personas no tan jóvenes, oían gustosamente.

Bajo esa capa de informalidad, los componentes de Radio 3, se documentaban y estudiaban en los guiones y programas, sabían hacer radio y la hacían Bien. Fue la primera vez que esto ocurría en España.

Con los mundiales de fútbol de 1983, radio tres alcanzó su punto más alto. Con el tiempo radio 3 fue haciéndose más serie y un poco más sensata, perdió matices y ganó otros, de todas formas evolucionó para más y para mejor. Utilice a menudo las ondas de radio 3 para trabajar, utilice los programas de radio 3 como termómetro de la temperatura nacional. Sus ondas, su música, sus entrevistas, sus montajes ayudaron me acompañaron durante horas, como durante horas la radio del general Franco acompañó a la población española. Claro que los resultados son bien diferentes.

Envío un saludo a los que hacen y componen radio 3, y felicito por hoy a sus programas desde “Música Pop” a “Tris, tras, tres”, pasando por “Barraca”, “Tertulias” o “Caravana de hormigas”.

martes, 21 de junio de 2011

-La Enfermedad-


Hoy en día la enfermedad es ocultada en hospitales, porque nadie sabe ya cuidar a un familiar enfermo, atreviéndome a asegurar que nadie sabe ya cuidarse a sí mismo.

Todo lo referente a la salud ha sido desviado a profesionales. 

Conforme hay todo poderosos profesionales de la salud del alma, como sacerdotes y psicólogos, existen igualmente todopoderosos profesionales de la salud física. Si los primeros terminan sus palabras en latines, los segundos con terminológica jerga profesional. En ambos casos incomprensible para el doliente enfermo, “Divinas Palabras” como escribió Valle Inclán.

Con todos estos hechos han logrado hacer creer al ciudadano, que nada sabe de su cuerpo, que nada sabe de sus dolencias y de sus enfermedades, que sólo los profesionales con su maquinaria hospitalaria y sus radiactivos Fusikinazos, son los que únicamente saben de la salud y de la enfermedad.

La población educada en esta creencia ha sido reducida a un estúpido comportamiento, que ha hecho que dependan de estos profesionales hasta para un simple resfriado.

Ante un resfriado, un catarro, una afección de garganta, nada hay mejor ni más efectivo que guardar unos días de cama. Pero como el tiempo es oro para el empresario, antibióticos y antiinflamatorios ponen al más doliente de los enfermos trabajando al día siguiente. ¡Que admirable progreso! Dirán algunos, que barbaridad les respondo yo. El intestino barrido de su flora intestinal, depositándose toxinas en el cartílago óseo de los niños, dificultará su posterior crecimiento, machacarán el hígado y disminuirán las naturales defensas del organismo.

Curan rápidamente una dolencia y sientan las bases para diez más en un futuro. Cuando a Víctor de Aveyron, conocido como el niño salvaje, después de obligarle a bañarse repetidamente con agua caliente y a utilizar ropas, enfermó, sintió la debilidad y la dependencia por primera vez en su vida.

El doctor Itard que lo cuidaba exclamó orgulloso ¡Ya es nuestro, hemos vencido a la naturaleza!.

El reposo en la cama, sin comer, porque el cuerpo enfermo no desea ni necesita comida, sino reposo total, incluyendo los órganos, sudando y depurándose de las toxinas. Es el mejor remedio para recuperar la salud perdida. Las enfermedades leves, son la antesala de las grandes.

Hacer caso omiso de estas advertencias naturales de nuestro cuerpo y no procurarles remedio de una manera acorde con la naturaleza es dejarse llevar por la comodidad, por el que a mi que todo me lo hagan, que el estado todo me lo haga, que como gran Dios terrenal se encargue de facilitármelo todo, renunciando el ciudadano voluntariamente a su externa libertad e interna también, pues ambas van indisolublemente unidas.

Por ese motivo, los mecanismos del estado intentan ocultar al ciudadano todo aquello que pueda preocuparle de una manera directa, creando a su alrededor un maravilloso porque infantil para adultos.

Hoy en día ya nadie sabe cuidar a un familiar enfermo, atreviéndome a asegurar que ya nadie sabe cuidarse a sí mismo.

viernes, 17 de junio de 2011

-Velorios y velatorios-


¿Se imaginan acaso los jóvenes la presencia del cuerpo de un familiar finado, yacente en su domicilio, con el féretro flanqueado por velones encendidos y rodeado de lloronas mujeres de la familia, haciendo algunas de ellas dolorosos y teatrales aspavientos?.
 
Yo creo que no se imaginan nada de eso, como tampoco se imaginan que mientras esto sucedía ante el ataúd, los hombres de la familia, sus amigos y conocidos permaneciesen en la cocina y pasillo, bebiendo café, y fuertes bebidas alcohólicas a la salud del fallecido, contando anécdotas de cuando el fallecido aún vivía. Entre anécdotas y situaciones curiosas, el aguardiente y el brandy se escanciaba con profusión.

Los hijos y familiares cercanos gustaban de oír estas cosas, se consideraba como un respetuoso, pero simpático repaso a la vida del muerto, como una sucinta biografía con acaecidos hechos que hasta los propios hijos desconocían.

El alcohol y el café soltaban las lenguas, y las sonrisas daban paso a las risas. En algún momento alguno de los hijos se emocionaba deslizándose por sus mejillas perladas lágrimas, mezclándose el agradecimiento por el homenajeado con su interno dolor.

Para asentar la bebida en los estómagos, se traía comida, a la que nadie hacía ascos, y así pasaban las horas velando al muerto.

Recuerdo que mi padre no tenía por costumbre asistir a velatorios ni a funerales de nadie, pero la única vez que lo vi ebrio –dicho en términos finos, porque lo que tenía era una curda de las de película-, venía de un velatorio.

Hasta hace pocos años, al igual que el caballero medieval velaba sus armas, a los difuntos se les velaba de la forma descrita, ayudándole de esta guisa a traspasar el umbral de la dimensión desconocida.

Antiguamente el hombre ejercía un poder sobre su vida, en la enfermedad o en la vejez sabía cuando la muerte estaba cercana, sentía su presencia y se resignaba a su inexorable destino. Se rodeaba de familiares y amigos en la habitación, disponía de sus últimas voluntades, agradecimientos, perdones y disculpas ante alguna posible ofensa y se disponía a morir, cosa que ocurría a las pocas horas. ¡Admirable, desde nuestra perspectiva actual!.

Ocurría también, y de esto no hace mucho, que cuando el sacerdote ataviado con sus ropas de trabajo e instrumental, iba por la calle acompañado por dos uniformados monaguillos campana en mano, se sabía que iba a realizar el viático. Las personas lo seguían en procesión hasta la casa del hombre moribundo y hasta entraban con ellos en la habitación presenciando todo el religioso ritual.


El rey persa Ciro, reunió en torno de su lecho a sus hijos y amigos, les dió a los primeros consejos y a los segundos les agradeció su inquebrantable amistad. Después, cubriendo su rostro con las ropas, esperó a la muerte, que no le tardó en llegar, según ha dejado escrito Jenofonte.


Guillermo el conquistador, el héroe de torneos, ante su lecho reunió a familiares y amigos a los que repartió bienes y regalos, se despidió de ellos, cubrió su rostro falleciendo poco tiempo después.

En las hermosas “Coplas a la muerte de mi padre” de Jorge Manrique, en una de ellas dice:
                                “…
                                 Así, con el entender
                                todos sentidos humanos
                                conservados,
                                cercado de su mujer
                                y de sus hijos y hermanos
                                y criados,
                               dio el alma a quien se la dio
                               el cual la ponga en el cielo
                               en su gloria,
                               y aunque la vida perdió
                              dejonos harto consuelo
                              su memoria”

Con esto y el posterior y obligado luto, las personas se familiarizaban con la idea de la muerte, como algo cercano que puede sobrevenir por sorpresa y en cualquier momento de nuestra vida. En definitiva, los muertos no se ocultaban y a la muerte se la respetaba y temía, pero no con el pavor infantilmente irreflexivo actual que me recuerda al pasaje del Lazarillo de Tormes, cuando ve desfilar ante él un entierro, con la viuda llorando y gritando: -¡Adiós amado mío que te llevan a la mansión donde nunca se bebe ni se come!. El niño Lázaro se va corriendo a su casa y con el rostro descompuesto le dice al arruinado hidalgo, su amo, aquél que desayunaba misas, almorzaba buenas tardes, paseaba calles y cenaba buenas noches. -Cerremos bien las puertas que nos van a traer el muerto.

A las preguntas del hidalgo, Lázaro responde asustado -venían diciendo que lo llevaban a la casa donde nunca se comía ni bebía.

Walter Scott, en su novela Ivanhoe, narra como al celebrar las exequias del caballero Frente de Buey, este despierta de su estado cataléptico y aunque mal herido, al ver la comilona y la alcohólica juerga que había en su castillo, sospechando que se hacía más por alegría que por el pesar de su muerte, espada en mano y a mandobles, expulsa a los asistentes que huyen asustados ante el inoportuno resucitado.

Si hoy en día la enfermedad se oculta en los hospitales, la muerte se oculta igualmente en ellos, en la sala llamada de paliativos, que no es otra cosa que un moritorio institucionalizado. Si los niños vienen de los hospitales y no de París como la moderna ciencia ha demostrado, la muerte viene de los hospitales como actualmente esta misma moderna ciencia también nos lo demuestra.

martes, 14 de junio de 2011

-Familia, trabajo y guarderías-


La familia es la base de una sociedad, es el soporte de una estructura económica basada en el trabajo y en la producción, la educación que la familia impartía a sus hijos, era la educación de una moral basada en el trabajo.

Con el desarrollo industrial de los siglos XV y XVI, en el llamado renacimiento, época que sentará las bases de los descubrimientos científicos e industriales futuros, la familia comienza a perder ese valor de único soporte social.

Un señor llamado Nicolás Maquiavelo, teórico político, diplomático, escritor y consejero de príncipes, sienta las bases de la actual sociedad.

Maquiavelo quita el valor predominante de la familia y se lo da a un nuevo concepto innovador “el estado”, el estado pasa a alcanzar la importancia de Dios.

Con el avance de las Ciencias, la industria se perfecciona, llegamos a lo que en historia y en economía se conoce con el nombre de revolución industrial. Las ciudades crecen, los campos se vacían, el campesino busca trabajo en las factorías, trabajo para no morirse de hambre.

En el siglo XIX, siglo triste para la historia de la humanidad, se trabaja 12 y 20 horas diarias, los niños también, los niños se suicidaban a lo 9 años cansados de vivir sin haber vivido.

En la actualidad ya no se trabajan tantas horas, duras luchas obreras, infinidad de encarcelados, huelgas, manifestaciones y centenares de muertos, han logrado que la jornada laboral pasase de 18 a 8 horas.

La familia actual vive en un piso reducido, donde sólo hay cabida para padres y dos hijos a lo sumo, la sagrada figura del abuelo, como el hombre comprensivo y tolerante por haberse curtido en la experiencia y en la vida, desaparece.

En la actualidad, ya no trabajan los niños de edades tiernas, pero son los padres, los que trabajan, los niños tienen que estar vigilados y guardados. Aquí es donde el desarrollo industrial, crea un organismo que guarda durante ocho a nueve horas a niños que no pueden estar atendidos y educados bajo los juegos y el cariño de sus padres, porque ellos están para trabajar no para jugar ni para amar.

A este invento similar a rediles de ovejas, se les llama guarderías infantiles.

Con la creación de las guarderías, los padres perdieron la ascendencia sobre sus hijos para delegarla en el estado, que se encargará definitivamente de educar al niño. Educación ésta que no está basada precisamente en el afecto sino en la competencia, en fomentar a ver quién es el mejor.

Los profesores son las personas que se imitan, son las personas poseedoras de la sabiduría, los padres nada saben, han sido relegados a la función de regañarlos cuando hacen algún mal comportamiento.

El afecto desaparece de los corazones de los padres, y de los hijos también. Después de la jornada de trabajo, los padres cansados, no tienen ni vigor ni humor para jugar alegremente con su hijo: la mala contestación es lo más frecuente.

sábado, 11 de junio de 2011

-Breves comentarios sobre el cine-


Hoy ir al cine ya no es un lujo, puede decirse que es, en varios aspectos, el más popular de los espectáculos.

Por su popularidad, el cine en lugar de arte, de séptimo como algunos lo llaman, ha pasado a ser el mayor negocio conocido; por su popularidad ha sido y es utilizado como instrumento de ideología por los gobiernos.

Me explicaré: el bueno siempre es el héroe, es guapo, valiente, tiene dinero, posee un coche deportivo y liga mucho, ni qué decir tiene que es ¡americano! El malo, es feo, cobarde, cruel, no tiene dinero, es inculto, no posee auto y si lo tiene es un auto vulgar, no liga nada y es de cualquier nacionalidad, preferentemente española, sudamericana, árabe o de raza negra.

Por esto y por algunas cosas más, es por lo que diré cómo se analiza una película.

Lo primero que debe hacerse es leer un manual de la historia del cine, un manual pequeño, no demasiado extenso, que fuese ameno o interesante. Su lectura nos proporciona una visión global del cine, de su evolución a través del tiempo, nos familiariza con nombres de autores, de directores, con títulos de películas. 

Tendríamos nociones generales de las técnicas, trucos, gags y anécdotas cinematográficas.

El manual, si es bueno, nos hará ver la función de cada componente en el rodaje de la película, el director, el actor, el fotógrafo, el cámara, el guionista, el autor de la banda sonora, el peluquero, el modisto, etc. Después de leer el manual, intentaría ver aquellas películas que son en él mencionadas, comenzaría de esta forma un aprendizaje práctico, para ello acudiría a salas especiales y cine-clubs.

Habrá películas que no nos gusten, pero tendrán cosas de las que aprenderemos mucho y, sobre todo, en la mayor parte de ellas, lo pasaremos bien que es lo que en definitiva importa. El cine debe ser placentero, bien por medio del terror, la risa, el llanto o el enervamiento ante las injusticias mostradas.

Cuando se han visto diez o quince buenas películas, se puede tener por seguro, que sabremos diferenciar perfectamente cual es tostón y cual no. En una película, no sólo hay que fijarse en los actores, aunque éstos sean famosos, no debemos olvidar, que al actor lo hace y lo dirige el director. Si hay escenas bonitas y bien construidas, se debe al trabajo del fotógrafo; si hay un buen argumento, si no aburren los diálogos, si son ingeniosas las respuestas, si el tema es interesante, se debe al escritor-guionista; si hay una buena banda sonora, es debido al músico-compositor, etc.

Estos son los rudimentos para entender y seleccionar una película en la cartelera.

El analizarla solamente puede hacerse cuando se vea, y la verdad, aunque hoy día el cine no es un lujo, el precio de la entrada es, con demasiada frecuencia, un auténtico lujo para el estudiante y para quienes trabajan también.

sábado, 4 de junio de 2011

-La Sociedad del Deporte.


En algún momento de la humanidad, ésta se jerarquizó y dividió sus funciones, las funciones de mayor relevancia, aquellos puestos decisorios y de mayor importancia fueron ocupados no por los más aptos sino por los más astutos y por los más fuertes. La astucia se apoyó en la fuerza y la fuerza se apoyó en la astucia.

Nuestro antepasado con mentalidad de astuto comerciante, pronto se erigió en sacerdote, intermediario entre los Dioses y el hombre. Se erigió en un poder real, al que se acudía pidiendo el favor de las fuerzas ocultas, se erigió en casta y su poder se hizo político.

Dictaron leyes y reglamentaron la sociedad, no según los conocimientos de los hombres y su experiencia sino según sus propios intereses.

-INTERVIENE LA FUERZA-

Su poder era real y efectivo, pero, los habitantes podían rebelarse contra esa tiranía, en ese punto es cuando interviene la fuerza, los hombres fuertes, los hábiles en la lucha, los que levantan y lanzan piedras más grandes, los más certeros con dardos, los más veloces en la carrera.

Si la astucia ocupó los puestos de ideología, si se ocupó de la religión, la industria y la política, la fuerza le sirvió de apoyo para vigilar y mantener este orden de imposición y barbarie. Quien  mejor que un deportista sin imaginación y sin inteligencia, diestro en el manejo de las armas y la lucha, para dar muerte o disuadir del intento de rebelión a un hombre que quisiese liberar a su pueblo y liberarse a sí mismo de la tiranía.

Los profesores de gimnasia de los colegios, los monitores deportivos, toman el ejercicio como algo pesado, carente de juego, ilusión y alegría.

Todos ellos, toman el ejercicio como una especialización muscular para un determinado deporte, para una determinada competición, para una determinada prueba atlética.

Hay que ser el mejor, nadie debe ganarnos, la victoria debe ser nuestra, nuestro será el trofeo, la afición está detrás, el club también. Como también está detrás, el dinero, el orgullo de la directiva, la política de la ciudad y la política y orgullo de la nación.

El ejercicio es un fin en sí mismo, es una actividad física que conlleva el aspecto lúdico del juego. ¿Qué diferencia con el deporte?. Tampoco en el ejercicio hay competencia, victorias y derrotas, ganadores y perdedores tan sólo hay cuerpos que pretenden mantenerse sanamente en forma, para aumentar las resistencias vitales, para eliminar energías físicas sobrantes para equilibrar las mentes liberando ciertas cargas acumuladas.

Para el ejercicio no hay limitaciones como las tiene el deporte. El que practique ejercicio puede dar un paseo, caminar a través del monte, llegar al cabo de dos o tres horas a una ladea con hambre y sed por la caminata, y dirigiéndose a la tasca del lugar beber un vaso de vino, con un buen trozo de queso y mientras eso hace echa una parrafada con los paisanos que allí se encuentran.

El paseante solitario observa más detenidamente la naturaleza y el medio que la rodea, se fija en aspectos que antes nunca se había fijado y sobre todo puede reflexionar sobre sí mismo, sobre sus actos y sobre los demás. Puede elegir bordear la costa, la playa, seguir el cauce de un río, caminar por los campos o subir a los montes.

Si es un grupo y en compañía todo puede ser más agradable, la presencia masculina es placentera a la mujer así como la presencia de la mujer es placentera al hombre.

El caminar, la charla, la broma, los juegos, las canciones, el correr por los prados unos tras otros, el bañarse desnudos en un pequeño y frío riachuelo, el descansar y compartir alegremente la comida y la bebida, todo esto es el ejercicio.

-LA PARTE LÚDICA-

Todo esto lleva a mantener un cuerpo fuerte, sano y bien formado, sin adquirir tejidos adiposos indeseables, contribuyendo a hacer más ágiles y elásticos los cuerpos, y espiritualmente ¿cómo se habrá pasado el día? Acaso no habrá sido enriquecedor. ¿no habrá anécdotas que contar a nuestros amigos?.

¿Qué diferencia con el deporte? mientras uno es aburrido el otro es divertido, mientras uno es competencia el otro es ayuda mutua, mientras uno es violencia encubierta, el otro es solidaridad, mientras uno es juego con normas y leyes fijas el otro sólo tiene por límite el placer y la imaginación.

La lluvia y el frío tampoco son un inconveniente insalvable y aunque parezca mentira tienen un gran encanto, tan sólo se trata de adaptarse a esta época de la naturaleza de la misma manera que nos adaptamos a la primavera o al verano.