domingo, 30 de octubre de 2011

-El Hombre Lobo-


                                 Él espantado de esto huye y vase
                              a las montañas fieras, donde ahora
                              aúlla, como en vano procurase
                              hablar, y como estaba, está rabioso,
                              y de matar y sangre deseoso
                              su vestidura en pelos se convierte,
                              y los brazos en piernas, y él en lobo.

Así nos transmite Ovidio en su metamorfosis, la transformación de un hombre en lobo. Zeus, padre de los dioses se presentó disfrazado en el palacio de Lycaón, éste lo agasajó dándole de comer carne de un niño, Zeus indignado lo transformó en lobo.

Herodoto, Plinio, Virgilio, nos cuentan transformaciones semejantes. Aquí comienza la licantropía escrita, pero que mucho antes de ser recogida por historiadores y literatos, el pueblo creía y pensaba en ella.

Mitos, leyendas absurdas, tonterías de ignorantes, creencias de incultos y de analfabetos. Mentiras, todo mentiras, pensarán al leer este artículo. Se equivocan, en Galicia en el año 1852, existió un hombre lobo.

EL HOMBRE



Manuel Blanco Romasanta, apodado el tendero, nació en Regueiro una aldea de Esgos, provincia de Ourense. Cuando esto ocurría la aldea constaba de 15 o 20 vecinos, a pesar de existir los apellidos Blanco y Romasanta, nadie recuerda o no quieren recordar que allí nació el hombre lobo.

En este lugar pasó Manuel su infancia entre castaños, abundantes por aquel tiempo.

Se casó Manuel en Regueiro, quedando viudo a los pocos años, se ganaba la vida con el género a cuestas a la venta ambulante de ropa y quincalla.

Era Manuel una caja de virtudes, fue hombre diestro en oficios y mañoso: cordelero, cestero, zapatero, labrador, sabía cocinar, coser, calcetar, buhonero y tendero ambulante, viajero por tierras de León, Galicia, Castilla y Portugal.

Sobre el año 1844 se avecinó en Rebordechao, una aldea de difícil acceso situada en la sierra de San Mamed, ocupándose unas veces en salir con su tienda a cuestas, y otras en servir a todos los que le mandaban, tanto en oficios mujeriles como de hombre. Rezaba el rosario, ayudaba a misa y ejercía varios actos de caridad.

Por esta época tendría sobre los 34 o 35 años, era moreno claro, sus ojos castaños, el cabello negro, mirada dulce, hablador y bien constituido.

Un hombre que ha viajado por Galicia, Portugal y Castilla, es un hombre ilustrado y de mundo, que ha visto, conoce y sabe de muchas cosas.

No había demasiadas carreteras en Galicia, caminos eran todos.El transporte en diligencia o en carruaje era privilegio de ricos y poderosos, costosísimo, era un viaje utilizando la comodidad de aquel tiempo.


¿Qué servicios no habrá prestado Manuel a los vecinos llevando recados, cartas, encargos, nuevas para familiares, conocidos y amigos de otros pueblos?.

Por sus viajes, conocía Manuel muchas historias, por pueblos y aldeas se enteraba de muchas leyendas, cuentos y hechos que en Galicia no se sabe de cierto cuales son ficción y cuales realidad.

En las posadas a la luz y calor del fuego, viendo subir y descender las llamas, oía contar y contaba cosas de muertos, difuntos, aparecidos, santa compaña, pieiros, lobishomes, trasnos, hadas.

Cada cual contaba sus historias, asegurando que eran ciertas y cada cual inventaba una mas gorda y fantástica que la anterior, fascinados se quedaban, aún a sabiendas que era falso. Pero las pupilas están dilatadas y la respiración es queda, lo que se sabe que es falso, ahora ya es realidad. Así es el gallego y muy poco o nada ha cambiado.

PERSEGUIDO HUYE

En el año 1843, un alguacil de León fue a embargarle por deudas contraídas de 600 reales con un comerciante de esa localidad.

El alguacil apareció muerto, acusaron a Manuel de homicidio, este huyó a Rebordechao, sería sobre el otoño de 1844. El juez lo condenó a 10 años de presidio.

Esta acusación es un tanto oscura y sin demasiado fundamento.

El señor Sardo, comerciante de León, ha dicho que Manuel Blanco, vecino de Esgos, era deudor a la casa de 600 reales, lo cual ha sido satisfecho en estos últimos años y en algunas partidas por los hermanos de Manuel que solían recorrer aquél país.

Por toda sospecha, existe la opinión de la mujer del alguacil, al decir que Manuel y su marido habían salido juntos, y al tener noticias de que su marido había sido muerto en un descampado, sospecha de que fuese Manuel el tendero.

Hay más hechos y datos que se entremezclan. El autor de este artículo que ha leído la causa con detenimiento y contrastado las declaraciones, se atreve a decir que Manuel Blanco no asesinó al alguacil.

Manuel se asentó huyendo de la ley en Rebordechao, en la caída de la sierra de San Mamed, concejo de Villar de Barrios, provincia de Ourense.

9 ASESINATOS


Y aquí es donde comienza la increíble historia para unos, sencilla y criminal historia para otros.

Contaba en esta época sobre 35 años, no era mal parecido, servicial, hablador, agudo y algo amaneradillo, todo ello hacía que las mujeres no lo esquivaran y que gustosamente estuviesen a su lado.

Es muy probable que Manuel Blanco, mantuviese relaciones con algunas de las mujeres, de las que más tarde se le acusaría de darles muerte. El tendero no era mal parecido, era joven, como jóvenes eran las mujeres. Cómo sino se atreverían a poner en él confianza.

Confianza hasta tal punto de viajar a solas con él a pié, por solitarios caminos y montes durante días y confiar que él las colocase a servir en buen lugar.

Aconsejó a alguna de ellas, que vendiese lo poco que poseían, incluso él mismo llegó a comprarles algo.

Sabido es que la mayor confianza se adquiere en la intimidad, y es por tanto probable que por ello fuese el tendero ese hombre de intimidad.

Condujo a Manuela García, que tenía una hija llamada Petra, desde Rebordechao a Santander, con el fin de ponerla a servir en casa de clérigos.

Manuel traía cartas y noticias de Manuela y su hija, convenciendo a la hermana de Manuela, Benita para que se fuese junto a su hermana. Llevó a Benita junto con su hijo que tenía nueve años. Esto sería por el año 1847.

De ambas hermanas, son sus hijos respectivos, nada se supo ni se les volvió a ver jamás.

Nada hacía sospechar en las cartas que Manuel les traía, porque el analfabetismo en la España de esos años, estaba tan extendido como la miseria y el hambre. Manuel sabiendo leer y escribir, escribía cartas por algo de dinero a quien lo requiriese. Esta costumbre, necesidad o servicio se realizó hasta no hace muchos años. En la actualidad se acude a los abogados para la redacción de documentos, con importantes sumas de dinero en pago de este servicio.

Unos años más tarde, en 1850, llevó a Antonio Rúa, natural de Rebordechao, con su tierna hija a la que llevaba en brazos por su corta edad. Tampoco a ellas se las volvió a ver.

Esta Antonia Rúa, dejaba en el pueblo a una hija, que a la vuelta del viaje, Manuel Blanco recogió y la tuvo a su cuidado durante año y medio, cuidándola y tratándola como si fuese hija suya.

Después, en junio de 1851, la llevó junto a su madre. Tampoco a la niña volvió a verse más.

El 16 de octubre del año 1850 llevó a José N. García, que tenía 19 o 20 años de edad.

Al año siguiente, el 2 de enero de 1851 llevó a Josefa García, madre del muchacho José N. García junto a su hijo. No volvió a verse más, madre ni hijo.

Que prestigio no tendría Manuel Blanco, para la persona que no ha conocido más que el trabajo y la miseria, mayores males no podría hallarlos en otros lugares y el tendero, apodo con el que se le conocía, no le hablaba de males ni padecimientos en esas tierras, sino de riquezas y buenos dineros ganados fácilmente.

La gente no obstante, comenzó a desconfiar de Manuel el tendero, porque vendía alguna ropa de las personas que había llevado consigo.

Comenzó a decir la gente, “Que Manuel llevaba a las mujeres engañadas, que las metía en la sierra, matábalas y sacábalas el unto para venderlo en las boticas de Portugal”.

La voz comenzó a correrse, y a escondidas se le llamaba el hombre del unto.

El unto es una grasa acumulada en el vientre, esta grasa en el cerdo es muy sustanciosa utilizándose en la elaboración de caldos.

En la creencia del pueblo se estaba seguro, que en las boticas, es decir, las farmacias actuales se utilizaba para ungüentos y preparados farmacéuticos.

De niño recuerdo como los días de feria, cuando venían las gentes de las aldeas, sobre todos los chicos jóvenes, iban con terror a la farmacia y siempre acompañados.

Manuel, durante su estancia en Rebordechao, tenía gran amistad con el cura, a quién no sólo ayudaba a misa y hacía recados, sino que además le sirvió de criado.

Los vecinos declaran ante el juez, que era gran amigo del cura. El cura declara que apenas conoce a Manuel, que su trato con él era como el de con cualquier vecino.

Esto ha sido algo que no logro encajar en la causa. Tal vez el cura quería aislarse del trato con Manuel, o que debido a ser sospechoso de intentar protegerle, negase esa relación amistosa con él.

Lo cierto es que Manuel fuese por comerciar con su tienda, fuese por los comentarios que corrían, fuese porque se dirigía a la siega en Castilla, desapareció de Rebordechao.

Antes de seguir, es necesario mencionar, que más tarde le imputarán el haber dado muerte a Manuel Ferreiro, tendero ambulante como él.

Se le achaca también el intento o la intención de asesinato de Manuel Fernández, de Luis García y María García, vecinos del mismo ayuntamiento.

Manuel viéndose acosado por los rumores de las gentes. Extendido ya el apodo del hombre del unto, por creerse que asesinaba a sus víctimas con el fin de quitarles las mantecas o unto y venderlo con gran lucro en Portugal.

Consigue un pasaporte documento necesario para viajes en esa época, aún dentro del mismo territorio nacional, y se dirige a la siega a Castilla.

En el pueblo de Nombela, partido de Escalona (Toledo), estando en la siega, es reconocido por otros tres segadores vecinos suyos, que ponen en conocimiento del alcalde del lugar, lo que de Manuel se dice y se cree.

Manuel es detenido, declara llamarse Antonio Gómez, de profesión clavador de tachuelas para zapatos, que salió para Castilla el 9 de febrero de 1852, con pasaporte dado en Viana del Bollo.

Se le encontró entre sus cosas, el pasaporte, una bula papal del año 1852 a nombre de Manuel Blanco, un romance impreso de enamorados, un calendario lunar y varias cartas.

 Fue conducido desde Escalona a Verín a pié, este era el medio habitual de traslado de los reos y procesados.

Del viaje nada se sabe, la distancia era enorme y brutal si se hacia forzadamente. Tampoco nada se sabe del humor de los guardias civiles que de puesto en puesto lo dejaban en manos de otros guardias para su traslado.

Llegado a Verín, es interrogado por el juez, y declara su verdadera identidad. No he podido saber si Manuel fue apaleado o torturado en su interrogatorio, la burocracia y deshumanizada frialdad de los legajos de la causa judicial, nada cuentan al respecto.

Ponga el lector algo de su cuenta, y sitúese en el año 1852, gobierna en aquél entonces la reina Isabel II.

CAUSA

Hasta aquí hemos vistos los hechos del hombre. Ahora viene lo desconcertante del caso, el misterio, lo mágico, la realidad o la ficción, la verdad o el embuste, la creencia popular, la tradición, la mitología, contra la ciencia, luz clara que todo lo ilumina.

No es ahora lugar ni momento de hablar de la ciencia, pero líbrenos Dios o el Diablo o quien sea, pero líbrenos de caer en manos de la ciencia, en manos de científicos como los que ha caído el pobre Manuel. ¡Santo Dios! ¡que informe médico!. Más bien parecen fiscales acusadores que facultativos, eran moralistas que veían en él, lo que ellos llevaban dentro.

Declara Manuel: haber asesinado a nueve personas, pero niega el haber dado muerte al alguacil de León y Manuel Ferreiro tendero ambulante como él. Niega también el intento e intención de asesinato de Manuel Fernández, de Luis García y María García.

Pensará el lector que estas negaciones serían por quitarse cargos ¿Qué cargos puede quitarse un acusado que asume 9 asesinatos?.

Pero no todo queda ahí, Manuel Blanco Romasata, añade que además de esas 9 personas, ha dado muerte a 6 personas más y muchas otras cuyo nombre desconoce y lugar no recuerda.

HOMBRE LOBO



El desconcierto del juez no fue nada, comparado con lo que añadiría: “Pues desde hacía trece años hasta el día de San Pedro de 1852, por efecto de una maldición de alguno de sus parientes que no sabe si serían sus padres, algún familiar o vecino, ha traído una vida errante y criminal, cometiendo diferentes asesinatos y alimentándose la carne de las víctimas, unas veces solo, otras con dos sujetos que solían asociársele, uno de ellos valenciano, llamado Don Genaro, y un tal Antonio del mismo reino, aunque de población muy distinta y separada.

Que para ejecutar estos asesinatos no se valían de arma alguna, pues por efecto de la maldición, se convertían los tres en lobos, desnudándose primero y revolcándose en el suelo y después de tomar dicha forma acometían y devoraban a cualquiera, como lo hicieron con las referidas y sus hijos, quedando únicamente los huesos; las ropas la aprovechaban algunas veces, cuando servían y todas las de las expresadas las aprovecharon vendiéndolas después sin que recuerde a quién. Que unas veces volvían a tomar luego la forma humana, y otras andaban ocho días, pero a lo menos dos conservaban la de los animales dañinos expresados”.

“Le consta que sus acciones criminales eran efecto de la maldición de que ha hecho mérito, porque en el valle de Coso en la sierra, se encontró con dos lobos y se volvió lobo también y anduvo con ellos cuatro o cinco días, volviéndose a tomar todos la forma de personas, conociendo entonces a Don Genaro y Antonio, quienes le dijeron que hacia tiempo tenían aquella desgracia, y porque hacia ya seis meses que tenía vehementes deseos de asesinar al que se le presentase. Y que le consta que el día de San Pedro de 1852 concluyó la maldición”.

Seis muertes de personas Manuel Blanco declaró que había hecho junto con sus compañeros, se comprobó que fueron hechos por lobos. Y a los lobos se les atribuye según cartas que lo confirman de los alcaldes de los lugares a donde pertenecían las víctimas. Manuel declara, que fue él transformado en lobo.

La causa es trasladada al juzgado de Allariz, que encarga a un equipo de cinco facultativos el informe médico. ¡Y que informe médico!, he aquí algunas de las frases: “Su apostura es humilde con hipocresía marcada”, “aunque a estos tipos resucitados de los cuentos de hadas, no merecen sería ocupación, lo examinamos siquiera en desagravio de la especie”, “resulta que es un perverso consumado, criminal capaz de toco, frío y sereno, sin bondad y con albedrío, libertad y conocimiento: el objeto moral que se propone es el interés”, “Los actos de piedad una añazaga sacrílega: su hado impulsivo una blasfemia, su metensicosis un sarcasmo”.

Librémonos de que la ciencia y sus seguidores, peritos y especialistas en sus más variadas ramas, nos pongan la mano encima, pues fueron, son y serán poseedores de la verdad eterna. Divinas palabras, son siempre las suyas; mentiras, siempre las nuestras.

Nada se dice en la causa, ni en el informe médico, que Manuel Blanco Romasanta fuese epiléptico, sufriese crisis histéricas, padeciese perlesía, o fuese maníaco, como algunos autores pretenden.

Las declaraciones de sus vecinos y conocidos, dicen de él, que era bueno, bondadoso, servicial, que comía como todos, que no tenía comportamiento ni costumbres extraños.

Todo lo que a partir de aquí se diga no tiene fundamentos reales.

La palabra hombre lobo, se extendió como los vientos y como él sin diferenciar personas, ciudades ni naciones.

Los periódicos hablaban sin saber a ciencia cierta, de quién, si de un hombre, de un lobo, o de un hombre lobo.

Por un lado la ciencia, por otro la creencia y la imaginación popular. ¿Quién ha triunfado?, todavía está por realizarse la última batalla.

MÉDICO FRANCÉS

El profesor Philips, médico francés que se encontraba en Argel impartiendo conferencias y lecciones de electro-biología. Había realizado una prueba pública en un teatro ante la flor y la nata de los ciudadanos de Argel, entre los que se encontraban, médicos, profesores y el propio cónsul español.

Por medio de la hipnosis hizo creerse a un conocido joven, asaltador de caminos, naufrago, perseguido por indios, y finalmente lobo, mordiendo en un brazo a un espectador poco precavido.

Tuvo noticias el profesor Philips del caso por los periódicos, envió una carta al ministerio español, poniendo sus conocimientos al servicio de la justicia española, con el fin de evitar por un error científico, llevar a la muerte a Manuel Blanco. Servicios, cuyos gastos, el profesor estaba dispuesto a pagar de su propio bolsillo.

No se le hizo demasiado caso, aunque si armó el revuelo suficiente para que la reina Isabel II tomase cartas en el asunto.

En el juzgado de Allariz, se le condenó a muerte, pasó luego el acusado, al juzgado de La Coruña, en ella, el abogado Rúa Figueroa, le hace una defensa de altura, aunque a decir verdad mucho más altos fueron los honorarios, 60.000 reales de aquel tiempo cobró el señor defensor.

En Galicia sabemos, que también hay lobos transformados en hombres.

Debe conocer el lector un dato más de esta curiosa historia, ello es, que no aparece el cuerpo del delito por ninguna parte. Tan solo se ha encontrado, una calavera muy deteriorada y un hueso de cadera por únicas pruebas.

CONMUTADA LA PENA

A pesar de todo, Manuel Blanco Romasanta, apodado el tendero, conocido como el hombre del unto y llamado el hombre lobo, fue condenado a muerte en garrote en el Juzgado de Allariz y ratificado por el Juzgado de La Coruña.

A la reina Isabel II, se le enviaron cartas de suplica para conmutarle la pena capital. Y así el 13 de mayo de 1854 se recibió una real orden de conmutación de la pena de muerte por la perpetua.

Manuel Blanco Romasanta, asesinó transformado en lobo. Los jueces, lo juzgaron como hombre. Si no se creen sus palabras, si se le cree mentiroso y embustero, no deben creerse tampoco ninguna de sus declaraciones. ¿Por qué le creyeron tan solo aquello que convenía para condenarle?.

Fue sometido a prisión perpetua en el castillo de San Antón en La Coruña, muriendo a los dos años de haber ingresa en aquél infierno.
El régimen penitenciario de aquella época era terriblemente duro, basta decir, que las celdas de castigo eran inundadas por el agua al subir la marea, una marea un poco más viva podría ahogar al prisionero.

El hombre lobo, había muerto dejando tras de sí el enigma de sus palabras, de su comportamiento y de sus actos.

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En 1981 durante cerca de un mes leí los legajos escritos a mano de la causa de Blanco Romasanta, depositados en el Archivo del Reino de Galicia. Tenía pensado dedicarle un par de días, me sedujo la lectura de tal manera que acabé leyéndola toda.

Visité los lugares que en la causa se mencionaban. Dos meses dediqué a una posterior documentación sobre mitología, psicología e historia sobre licantropía. La finalidad, no hubo otra que la insaciable curiosidad que tenía sobre cualquier tema de mi interés, respaldada por mi capacidad de trabajo que en aquel tiempo poseía.

Posteriormente escribí este artículo para una conocida publicación un tanto sensacionalista. Me ofrecieron por él, 40.000 de las antiguas pesetas o 80.000 cuando lo publicaran unos meses más tarde.

Como era joven, respondí altanero que quería las 80.000 pesetas ahora, creyendo yo que eran las tetas de una conocida actriz lo que les enviaba.

Conclusión se negaron y mi orgullo de juventud no me permitió rectificar.

Adoro la irreverencia juvenil, fiel encarnación del espíritu español, que a decir, con sorpresa de los viajeros ingleses y alemanes del siglo XIX, que un español trataba como un igual a un noble como a un mendigo.

*Los dibujos que aparecen en este artículo fueron realizados por A. Santos en el año 1981. En  cuanto a la documentación es la fotocopia del original de la causa.

jueves, 13 de octubre de 2011

-¡Ahí está el detalle!-


A pesar de años de estudio con asignaturas de matemáticas, no he utilizado jamás en la vida cotidiana, integrales, diferenciales, ni tan siquiera raíces cuadradas.

Es más, no he conocido a nadie que lo haya hecho, ¿ustedes han conocido alguno?, exceptuando los profesionales de la enseñanza, claro está.

Igualmente puedo hablar de química y de física, pero también de filosofía, de geografía, de literatura y de arte, estas cuatro últimas materias a lo sumo las he utilizado en charlas de café. ¿Cuántos libros de filosofía, de geografía, de literatura y de arte, han leído ustedes?.

Ante esta pregunta tal vez alguno de ustedes salga airoso, pero y ante esta otra, ¿cuántas veces han utilizado o necesitado utilizar estas materias en su vida diaria?.

Si tras años de estudio de estas disciplinas, ninguna de ellas se utiliza, ninguna de ellas le sirve a estos jóvenes para desenvolverse en la vida social o para su desarrollo personal ¿Qué sentido tiene la enseñanza?. A mi modo de ver, si lo anteriormente escrito se confirma, la enseñanza no tiene sentido alguno para el conocimiento humano, aunque sí podrá tenerlo para el estado y su caterva de funcionarios que de este sin sentido viven.

Es cierto que las cuatro reglas de la aritmética son utilizadas con profusión diariamente, pero ahí acaba toda aplicación matemática cotidiana. Porque 2×2=4 y 8×8=64. pero = eso ya no es tan fácil de entender porque es igual que si dijésemos 8×8=12. Pues esto último es la auténtica matemática, la matemática de verdad, si esto es así, la otra necesariamente es la de mentira, de lo que se deduce que si la compra de tres kilos de fruta multiplicado por lo que nos cobran por un kilo es mentira, nuestra cotidiana vida es igualmente una buena mentira.

Si el conocimiento de la historia como hechos pasados, nos da luces sobre los hechos presentes y nos previene sobre el acontecer futuro ¿qué ocurre con los años del estudio de esta materia cuyo conocimiento no produce ni luz ni oscuridad? ¿para qué el estudio de esta disciplina?.

Igualmente puede hablarse de geografía o de literatura, nadie ha leído un clásico, ni un moderno tampoco, ni mucho menos uno actual, excepto el libro de moda recomendado para leer durante el aburrimiento estival.

¿Y de la filosofía? ¡el amor a la sabiduría! Dejemos esa definición decimonónica y literal, porque nos moriríamos de risa, la definiré más humildemente, como el arte de pensar lógicamente bien y que este pensamiento contribuya a mejorar nuestros actos y por medio de estos, la mejora de nuestro espíritu. Que esto último pertenece a la ética, por supuesto, pero la ética pertenece a la filosofía, como en un principio perteneció a la física, la psicología, la matemática o la astronomía.

Sin desviarnos de lo que nos ocupa y teniendo en todo momento presente que filosofar no es hablar, ni que hablar es filosofar, al igual que el saber escribir no hace a uno ser escritor, ni músico al que toca el piano cuando lo limpia, ¿cuántas personas conocen ustedes que hayan leído algún libro de filosofía? Y si alguno conocen, les hago esta pregunta ¿Cuántas personas conocen que utilizan la filosofía en su vida diaria?, y permítanme que le haga una tercera, la última ¿en que se les nota, en que se diferencias de los demás?.

A pesar de mis años de estudio, no he utilizado jamás nada de lo estudiado. La explicación es una, que todo ese huero conocimiento es tan inservible como inútil.

¿Dónde está el conocimiento o lo útil que para el hombre deba enseñarse?.

Responderé como Cantinflas en una de sus películas.

-Juez: ¿usted mató a Boby?.

-Cantinflas: ¡sí, señor juez, yo maté a Boby!. Pero Boby era un perro.

-Juez: ¡no!, ¿quién mató al otro Boby?.

-Cantinflas: ¡Ay, señor juez! ¡ahí está el detalle!.

viernes, 7 de octubre de 2011

-Los Materiales Didácticos-


Siempre se ha echado la culpa del fracaso escolar, a que el alumno no estudiaba, o a que el profesor no enseñaba adecuadamente. Ambas afirmaciones son ciertas al margen del bando de quien proviniese el enjuiciamiento.

Pero en la enseñanza además del profesor y alumno, interviene el material didáctico, y de este último nada se enjuicia ni menciona.

¿En qué consiste un plan de estudios, cual que su finalidad, en qué principios se apoya?. Desde la Ley Moyano (1857) hasta la actualidad, se superan con creces la cincuentena de cambios realizados en los planes de estudio de enseñanza media. De ellos nada se ha analizado, ni sacado provecho de sus pros y sus contras. La experiencia ha sido baldía.

Los libros de texto, hasta hace poco aburridos y sosos y que en la actualidad son impresos a todo color, son atractivos visualmente pero igualmente aburridos y sin sustancia que pueda motivar interés alguno.

Los ejercicios y deberes de estos manuales que el profesorado impone, no son otra cosa que la extensión sin aplicación práctica de lo soso y aburrido.

El encerado o pizarra, gran superficie rectangular situada detrás del profesor y en el que éste escribe algo de vez en cuando, por ejemplo: “Miércoles a las 11.00 examen”. Las tizas pedazos rectangulares de yeso con los que se escribe en la pizarra, utilizándolo el profesor como proyectil frecuentemente hacia la cabeza de los alumnos. El borrador, taco de madera con una especie de fieltro en uno de sus lados, se utilizaba para borrar lo escrito en la pizarra, pero también como arma arrojadiza hacia el alumnado.

Las frases despectivas e insultos del profesorado son palabras vejatorias con la finalidad de despertar el interés y motivar el amor al estudio.

Los gestos despectivos del profesor, tienen la misma finalidad que los anteriores.

La regla, no la menstruación femenina, sino una regla de madera pegada a otra para reforzar su consistencia, se utilizaba para golpear didácticamente las cabezas del alumno, las uñas y yemas de sus dedos unidos, así como sus traseros.

El bimbio, rama del sauce que por su elasticidad se asemeja al látigo de Indiana Jones, se utilizaba sobre las desnudas piernas de los alumnos como didáctico turbo acelerador del aprendizaje (los niños llevaban pantalones cortos).

La vara de la clase o cetro instrumento de madera preferido del profesor con el que ejercía su didactismo de igual forma y manera que los anteriormente mencionados, pero dirigida su actividad sobre todo a las extendidas manos del alumno.

La palma de la mano derecha o de la izquierda según fuese el profesor de izquierdas o de derechas, golpeaba la cara de los alumnos con la didáctica y vulgar bofetada. Habiendo la variedad, de introducir la cabeza del niño entre las piernas del profesor mientras este golpeaba sádica sexualmente con la mano sus nalgas.

El puño cerrado, con los nudillos les golpeaba a coscorrones la cabeza, con el propósito de que les entrase más fácilmente la materia de los libros de texto.

Permanecer de pie horas e incluso días enteros de cara a una pared.
Permanecer de rodillas, horas e incluso días enteros de cara a una pared, a veces con los brazos en cruz, a menudo con libros en las manos y con frecuencia con arenas bajo las rodillas.

Todo ello para contribuir al desarrollo de la inteligencia y amor al estudio del alumno.

Las copias con la finalidad de memorizar algún científico axioma, por ejemplo: copia quinientas veces para el día siguiente “No hablaré en clase”.

Siempre se ha echado la culpa del fracaso escolar, a que el alumno no estudiaba, o a que el profesor no enseñaba adecuadamente.