lunes, 15 de octubre de 2012

-Manifestación Made in Spain-


Educar es prohibir, cuanto más se prohíba mejor se educa. Los representantes del estado dictan leyes para educar al ciudadano prohibiéndole tal o cual cosa, coartando con estas prohibiciones su libertad humana. Para el estado, la libertad humana es un sin sentido, porque ha eliminado de su vocabulario las palabras hombre, humanidad, humano y libertad, sustituyéndolas por las de súbdito y ciudadano.

Argumentan con contundencia "es cierto que el súbdito pierde libertad pero gana en libertades". Que es igual que decir, pierde el billete pero gana calderilla.

A un súbdito se le gobierna, de grado o por fuerza, por medio de leyes y del aparataje represor de violencia legal e ilegal de que el estado dispone.

¿Prohíbe solamente el estado?, podría creerse que sí, sin embargo no es del todo cierto, también prohíbe el súbdito a quienes de él dependen. ¿Acaso no educan cívicamente los padres a los hijos con prohibiciones y castigos? ¿Acaso no educan cívicamente los profesores a sus alumnos de igual manera?.

En Spain, que es como se conoce a España por los andurriales del mundo, entre los que redactaron la última constitución se encontraba algún político que en su juventud sufrió cárcel y golpes policiales en las prohibidas manifestaciones.

Pocos años más tarde se pretende modificar la constitución, y prohibir las manifestaciones de los súbditos cuando deseen plasmar públicamente sus opiniones contrarias a las decisiones de los gobernantes.

Eufemísticamente, el estado en lugar de prohibir, llamará "modular" el derecho a manifestarse.

En Spain, insisto que es como se conoce a España por los andurriales del mundo, los spainoles salieron a la calle manifestando su repulsa a las corridas de toros, exigiendo su prohibición. Y las prohibieron, no en todas las ciudades, bien es cierto.

Los Spainoles se manifestaron también, exigiendo la prohibición de festejos patronales en algunas pequeñas poblaciones porque se hacía sufrir al animal, en unos un toro, en otros una cabra, en otros un gallo. Algunos se prohibieron, otros están en vías de hacerlo y en otros se variaron, desnaturalizando una festiva costumbre medieval, sustituida en la actualidad por la hamburguesa y la coca-cola.

En alguna población de Spain han prohibido fumar en sus playas. Al parecer New-York también lo ha hecho en la suya. En otra han prohibido permanecer en sus aceras más de tres personas.

Así es Spain y así somos los Spainoles.

Que el estado prohíbe, modula, condiciona o simplemente suprime las manifestaciones, está en el pleno ejercicio de su cometido, que es educar al súbdito para que sea obediente y buen ciudadano.

Además los súbditos spainoles votaron a estos gestores estatales por mayoría absoluta en las elecciones nacionales, en las elecciones autonómicas o regionales para que lo entiendan aquellos que no son spainoles, y en las elecciones municipales, Las Meri como las llaman los franceses.

El estado spainol "modelará", a buen seguro, las manifestaciones de sus súbditos con las siguientes leyes:

1º Se permitirán aquellas manifestaciones públicas que apoyen al estado mismo y con sus representantes políticos a la cabeza.

2º Se permitirán las manifestaciones en fila de dos en fondo, en silencio, con sendas velas en la mano y con capucha de cucurucho, portando en hombros a imágenes del santoral católico, apostólico y romano, con un sacerdote a la cabeza dirigiendo el citado evento.

3º Se permitirán también aquellas manifestaciones en los que provistos de banderitas se entonen cantos patrióticos y el himno nacional, bien sea con la mano abierta y alzada o con ella en el pecho a semejanza de Yankilandia.

Imaginarse a miles de súbditos spainoles con sus dirigentes políticos desfilando, digo manifestándose, cantando el himno nacional con la mano alzada, es fácil porque ya lo hemos visto en documentales de nazis y de fascistas. Al igual que imaginarse a súbditos Yankilandios con sus dirigentes, manifestándose, cantando su himno nacional con la mano en el pecho como si tratasen de evitar un inminente infarto, también es fácil porque ya hemos visto en ellos cosas peores.

Pero imaginarse a miles de súbditos sean spainoles o yankilandios con sus dirigentes a la cabeza, entonando el himno patrio y con la mano sujetándose el centro de gravedad al estilo Michael Jackson, cuesta algo más pero no demasiado. El antecedente lo tenemos en los educados súbditos del estado alemán de Adolf Hitler, que se manifestaban marcialmente con una mano en alto y la otra aferrada al cinturón. Unos centímetros esa mano mas abajo y la manifestación sería perfectamente actualizada y moderna.

Como educar es prohibir, los spainoles somos unos súbditos muy bien educados.