jueves, 13 de octubre de 2011

-¡Ahí está el detalle!-


A pesar de años de estudio con asignaturas de matemáticas, no he utilizado jamás en la vida cotidiana, integrales, diferenciales, ni tan siquiera raíces cuadradas.

Es más, no he conocido a nadie que lo haya hecho, ¿ustedes han conocido alguno?, exceptuando los profesionales de la enseñanza, claro está.

Igualmente puedo hablar de química y de física, pero también de filosofía, de geografía, de literatura y de arte, estas cuatro últimas materias a lo sumo las he utilizado en charlas de café. ¿Cuántos libros de filosofía, de geografía, de literatura y de arte, han leído ustedes?.

Ante esta pregunta tal vez alguno de ustedes salga airoso, pero y ante esta otra, ¿cuántas veces han utilizado o necesitado utilizar estas materias en su vida diaria?.

Si tras años de estudio de estas disciplinas, ninguna de ellas se utiliza, ninguna de ellas le sirve a estos jóvenes para desenvolverse en la vida social o para su desarrollo personal ¿Qué sentido tiene la enseñanza?. A mi modo de ver, si lo anteriormente escrito se confirma, la enseñanza no tiene sentido alguno para el conocimiento humano, aunque sí podrá tenerlo para el estado y su caterva de funcionarios que de este sin sentido viven.

Es cierto que las cuatro reglas de la aritmética son utilizadas con profusión diariamente, pero ahí acaba toda aplicación matemática cotidiana. Porque 2×2=4 y 8×8=64. pero = eso ya no es tan fácil de entender porque es igual que si dijésemos 8×8=12. Pues esto último es la auténtica matemática, la matemática de verdad, si esto es así, la otra necesariamente es la de mentira, de lo que se deduce que si la compra de tres kilos de fruta multiplicado por lo que nos cobran por un kilo es mentira, nuestra cotidiana vida es igualmente una buena mentira.

Si el conocimiento de la historia como hechos pasados, nos da luces sobre los hechos presentes y nos previene sobre el acontecer futuro ¿qué ocurre con los años del estudio de esta materia cuyo conocimiento no produce ni luz ni oscuridad? ¿para qué el estudio de esta disciplina?.

Igualmente puede hablarse de geografía o de literatura, nadie ha leído un clásico, ni un moderno tampoco, ni mucho menos uno actual, excepto el libro de moda recomendado para leer durante el aburrimiento estival.

¿Y de la filosofía? ¡el amor a la sabiduría! Dejemos esa definición decimonónica y literal, porque nos moriríamos de risa, la definiré más humildemente, como el arte de pensar lógicamente bien y que este pensamiento contribuya a mejorar nuestros actos y por medio de estos, la mejora de nuestro espíritu. Que esto último pertenece a la ética, por supuesto, pero la ética pertenece a la filosofía, como en un principio perteneció a la física, la psicología, la matemática o la astronomía.

Sin desviarnos de lo que nos ocupa y teniendo en todo momento presente que filosofar no es hablar, ni que hablar es filosofar, al igual que el saber escribir no hace a uno ser escritor, ni músico al que toca el piano cuando lo limpia, ¿cuántas personas conocen ustedes que hayan leído algún libro de filosofía? Y si alguno conocen, les hago esta pregunta ¿Cuántas personas conocen que utilizan la filosofía en su vida diaria?, y permítanme que le haga una tercera, la última ¿en que se les nota, en que se diferencias de los demás?.

A pesar de mis años de estudio, no he utilizado jamás nada de lo estudiado. La explicación es una, que todo ese huero conocimiento es tan inservible como inútil.

¿Dónde está el conocimiento o lo útil que para el hombre deba enseñarse?.

Responderé como Cantinflas en una de sus películas.

-Juez: ¿usted mató a Boby?.

-Cantinflas: ¡sí, señor juez, yo maté a Boby!. Pero Boby era un perro.

-Juez: ¡no!, ¿quién mató al otro Boby?.

-Cantinflas: ¡Ay, señor juez! ¡ahí está el detalle!.

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