viernes, 7 de octubre de 2011

-Los Materiales Didácticos-


Siempre se ha echado la culpa del fracaso escolar, a que el alumno no estudiaba, o a que el profesor no enseñaba adecuadamente. Ambas afirmaciones son ciertas al margen del bando de quien proviniese el enjuiciamiento.

Pero en la enseñanza además del profesor y alumno, interviene el material didáctico, y de este último nada se enjuicia ni menciona.

¿En qué consiste un plan de estudios, cual que su finalidad, en qué principios se apoya?. Desde la Ley Moyano (1857) hasta la actualidad, se superan con creces la cincuentena de cambios realizados en los planes de estudio de enseñanza media. De ellos nada se ha analizado, ni sacado provecho de sus pros y sus contras. La experiencia ha sido baldía.

Los libros de texto, hasta hace poco aburridos y sosos y que en la actualidad son impresos a todo color, son atractivos visualmente pero igualmente aburridos y sin sustancia que pueda motivar interés alguno.

Los ejercicios y deberes de estos manuales que el profesorado impone, no son otra cosa que la extensión sin aplicación práctica de lo soso y aburrido.

El encerado o pizarra, gran superficie rectangular situada detrás del profesor y en el que éste escribe algo de vez en cuando, por ejemplo: “Miércoles a las 11.00 examen”. Las tizas pedazos rectangulares de yeso con los que se escribe en la pizarra, utilizándolo el profesor como proyectil frecuentemente hacia la cabeza de los alumnos. El borrador, taco de madera con una especie de fieltro en uno de sus lados, se utilizaba para borrar lo escrito en la pizarra, pero también como arma arrojadiza hacia el alumnado.

Las frases despectivas e insultos del profesorado son palabras vejatorias con la finalidad de despertar el interés y motivar el amor al estudio.

Los gestos despectivos del profesor, tienen la misma finalidad que los anteriores.

La regla, no la menstruación femenina, sino una regla de madera pegada a otra para reforzar su consistencia, se utilizaba para golpear didácticamente las cabezas del alumno, las uñas y yemas de sus dedos unidos, así como sus traseros.

El bimbio, rama del sauce que por su elasticidad se asemeja al látigo de Indiana Jones, se utilizaba sobre las desnudas piernas de los alumnos como didáctico turbo acelerador del aprendizaje (los niños llevaban pantalones cortos).

La vara de la clase o cetro instrumento de madera preferido del profesor con el que ejercía su didactismo de igual forma y manera que los anteriormente mencionados, pero dirigida su actividad sobre todo a las extendidas manos del alumno.

La palma de la mano derecha o de la izquierda según fuese el profesor de izquierdas o de derechas, golpeaba la cara de los alumnos con la didáctica y vulgar bofetada. Habiendo la variedad, de introducir la cabeza del niño entre las piernas del profesor mientras este golpeaba sádica sexualmente con la mano sus nalgas.

El puño cerrado, con los nudillos les golpeaba a coscorrones la cabeza, con el propósito de que les entrase más fácilmente la materia de los libros de texto.

Permanecer de pie horas e incluso días enteros de cara a una pared.
Permanecer de rodillas, horas e incluso días enteros de cara a una pared, a veces con los brazos en cruz, a menudo con libros en las manos y con frecuencia con arenas bajo las rodillas.

Todo ello para contribuir al desarrollo de la inteligencia y amor al estudio del alumno.

Las copias con la finalidad de memorizar algún científico axioma, por ejemplo: copia quinientas veces para el día siguiente “No hablaré en clase”.

Siempre se ha echado la culpa del fracaso escolar, a que el alumno no estudiaba, o a que el profesor no enseñaba adecuadamente.

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