lunes, 21 de enero de 2013

-Los Señores Reunidos-


Hace pocos años quienes trabajaban en oficinas estaban en ellas o no estaban, si por casualidad estaban, se sabía perfectamente porque desempeñaban su trabajo con usual normalidad, si por el contrario no estaban, perfectamente se sabía también.

Desde hace esos pocos años hasta hoy, no puede saberse nunca si cargos oficiales, directores y secretarios generales de lo que sea, están o no en su oficina.

Imagínese usted como hipotético ciudadano que desea hablar con un responsable oficial, llama usted por teléfono y desde el otro extremo telefónico una voz de señorita, más aséptica que un quirófano, le responde: -Organismo general X, dígame. Momentos antes escuchaba usted una música de fondo, - Deseaba hablar con el señor X, responde usted, - Le paso con su secretaría; vuelve a oír la música de fondo, una nueva voz de señorita de igual asepsia que la anterior le atiende con aséptica amabilidad, -Deseo hablar con el señor X, la voz vuelve a oírse, - Es totalmente imposible, el señor X está reunido.

Las primeras diez llamadas que usted hace, con sus diez contestaciones de que el señor X está de viaje, incomodan pero parecen posibles, pero las diez, las veinte o las treinta siguientes, de que el señor X está reunido, suena a burla o a jefe resacoso.

Hace pocos años los cargos oficiales, directores o secretarios generales de lo que sea, iban o no iban a la oficina, pero cuando iban al menos recibían cumpliendo con ello parte de su cometido. Desde hace unos años, los señores directores o secretarios generales de lo que sea acuden a sus oficinas, como quien dice a una reunión, de ahí que se les conozca ya en el argot del trabajo, como “Los señores reunidos” o “Los señores Geyper”.

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