domingo, 9 de enero de 2011

-Viajar: el conocimiento directo de las gentes-

No es ningún profesional del ciclismo, tampoco intenta batir records de tiempo o distancias.

Es simplemente un viajero al viejo estilo, un auténtico viajero que se desplaza lentamente rehusando el tan cacareado progreso-orgullo de nuestra civilización, materializado en automóviles, trenes o aviones. Su medio de locomoción es la bicicleta. Veintitrés años, bretón, se llama Gerard Cherrueau. Su primer viaje lo realizó a los 16 años recorriendo en solitario Bretaña, y llegando hasta el país vasco francés.

Tres años mas tarde, y sin haber cumplido los 20 años, recorrió en bicicleta países tan diferentes en sus lenguas, cultura y costumbres como, Suiza, Italia, Yugoslavia, Grecia, Egipto, Israel, la zona del Mar Muerto, Chipre y Siria.

Los enumera señalando su recorrido con el dedo en el mapa, sonriendo ante mi asombro, y en un castellano encantador por su ingenuidad y simpleza. Añade: es muy fácil, sólo es ponerse a hacerlos.

Alejandro: Las agencias de viajes ofrecen, recreo, comodidad y placer a sus clientes, ¿qué motivos te mueven para viajar como tú lo haces, qué buscas con ello?.

Gerard: Bueno, es una cosa curiosa los motivos y difícil de explicar. Tengo necesidad de espacios no acotados para mi espíritu. Intenté suplir esto con la lectura, con los libros, pero es difícil de engañar a un espíritu como el mío, amante de la libertad.

En lo referente a lo que busco, no lo sé con certeza. Casi pudiera decir que no busco, sino que encuentro.

Hace años creía que la cultura se hallaba en los monumentos de piedra, en museos, en palacios. Con el tiempo me fue dando cuenta que estaba equivocado, que me habían engañado en los colegios. Los valores culturales se encuentran en el hombre. Los monumentos, son manifestaciones egocéntricas de los estados y de las naciones. Pretenden con ello parar el tiempo y oponerse al decurso de la humanidad y de la historia.

Alejandro: ¿Quieres decir que los intelectuales no sólo desconocen, sino que se separan voluntariamente de la cultura?.

Gerard: Eso mismo, tu lo has expresado mejor que yo. El intelectual hace de sus conocimientos una profesión, un trabajo, y como tal pierde encanto y elevación espiritual, el romanticismo y la utopía no tienen cabida en su sabiduría.

El viajar lentamente en mi bicicleta con mis propias fuerzas, el conocimiento directo de las gentes, me ha llevado a esta conclusión.

Alejandro: Pero en Egipto habrás visto las pirámides.

Gerard: por supuesto, las he visto y tocado, son realmente impresionantes, en Grecia he visitado y dormido en la acrópolis, he dormido también en las ruinas de Jericó, he rodeado el Mar Muerto. En Israel, la mejor guía es seguir la biblia, ella indica lo que ha ocurrido en cada lugar.

En cada lugar veo lo que hay que ver, pero no puedo comparar las sugerencias artísticas con las vivencias y la experiencia de haber pasado quince días con los beduinos en el desierto.

Alejandro: Tienen fama los beduinos de ladrones y violentos.

Gerard: Son la gente más hospitalaria que he encontrado. No he visto durante ese tiempo signo alguno de violencia ni de robos. Mi encuentro fue casual, ofrecí agua a una mujer cerca de un pozo, me hizo señas y me condujo a su campamento a un par de horas de camino por el desierto.

El agua es más valiosa que el oro, ofrecerla es amistad, la hospitalidad en el beduino es sagrada.

Alejandro: Por qué utilizas en tus desplazamientos la bicicleta.

Gerard: Es cómoda, es económica ya que no utilizas combustible, es lenta en el viaje, con lo que te das cuenta de lo que te rodea. De esta forma es como si la geografía y el territorio que visitas te fuese integrando lentamente, recogiéndote como un nuevo hijo.

Puedo hacer doscientos kilómetros diarios, normalmente hago alrededor de 60 a 80 km el día de viaje.

Si un lugar me agrada, me quedo en él hasta que me canso, entonces cojo la tienda y mis bultos y me voy siguiendo la ruta prefijada.

Alejandro: Es curioso el viajar en bicicleta distancias tan largas y países tan diferentes, pero todavía es más curioso, el hacerlo sin compañía, en solitario.

Gerard: No, yo no me hago a la idea de viajar con alguien, tendría que adaptarme a su ritmo de viaje, o él al mío. Tal vez porque no he encontrado un compañero de mi gusto. La compañía la encuentro sin problemas, las gentes son menos ariscas de lo que se piensa. Creo que son ellos los que necesitan más compañía que yo.

Alejandro: ¿Cuánto tienes previsto para cada viaje?.

Gerard: Calculo un tiempo como orientación para mí, no es un tiempo real. El tiempo real por el que me manejo es hasta que se me acabe el dinero.

Hay quien ha dado la vuelta al mundo en bicicleta, otros lo han imitado haciendo el mismo recorrido en menos tiempo. Yo intento viajar con el mayor tiempo posible.

Alejandro: Todo viaje lleva consigo una inversión económica ¿Cómo consigues el dinero?.

Gerard: Aunque tengo pocas necesidades, la tienda y el saco evitan los gastos de hoteles y pensiones. Es necesario el dinero para comer y relacionarse. Me alimento de abundante fruta, a veces hago mi propia comida, otras veces voy a restaurantes.

Este dinero lo obtengo trabajando parte del año, son trabajos ocasionales, que junto con un par de mees en la vendimia en Suiza consigo una cantidad con la que cubro mis necesidades.

Enlazaría esto que digo, con la pregunta de cuáles eran los motivos de mis viajes, diciendo que no me resigno a que el estado encasille mi vida en un trabajo fijo. Me gusta la actividad, pero una actividad enfocada hacia un mundo diferente, los trabajos y las profesiones en mi país como en todos los demás países están enfocados a perpetuar y a perfeccionar la sociedad en el aspecto económico, industrial y político, no ha mejorarlo teniendo como base y principio a sus habitantes.

Alejandro: Que secretos o trucos utilizas en los viajes.

Gerard: No comprendo.

Alejandro: Quiero decir si utilizas una técnica de selección de lugares por los que pasarás, elegirás lugares para montar la tienda…

Gerard: ¡Ah!, si claro, poseo mapas detallados de carreteras, de cada país. Antes de mi salida me documento tanto geográficamente como sociológicamente con el país que voy a visitar, elaboro con ello una ruta con amplios márgenes de desplazamientos imprevistos.

Suelo acampar donde haya un río, de esta forma puedo lavarme, y lavar la ropa que pueda tener sucia.

El equipo que llevo conmigo es la bicicleta, la tienda y el saco de dormir que es de buena calidad.

La ropa que llevo, es de colores oscuros, ello contribuye a que el polvo se note menos. Un pantalón o una camiseta blanca, estaría totalmente sucia en un par de horas de viaje.

Son pequeña normas lógicas, que todo el mundo sabe.

Alejandro: No todo el mundo sabe estas cosas.

Gerard: Bueno, es cierto, no todo el mundo suele viajar en bicicleta.

Alejandro: Cómo entras en relación con las gentes.

Gerard: Es muy fácil, surge por sí solo. Preguntas donde puedes dejar la bicicleta en lugar seguro, uno te dice un sitio, otro te propone otra cosa, les explicas lo que necesitas y te lo solucionan sin problemas. Sin darte cuenta ya tienes unos posibles amigos.

También pido hospitalidad, es una costumbre antiquísima. Al caminante se le daba de dormir y de comer para que siguiese camino al día siguiente. Es una costumbre hermosa, solidaria, que hermana al hombre. Es una lástima que se esté perdiendo este hábito, que debiera ser sagrado, tanto para el que lo hace como para el que lo pide.

Alejandro: La tristeza y la soledad habrá mordido alguna vez en ti.

Gerard: No, no, no tienes tiempo. Cuando estás en un lugar diferente, conociendo a nuevas gentes cada día, jamás te sientes solo. La tristeza, si que me embarga a veces, cuando ello ocurre escribo largas cartas a los amigos, a la familia, es el lazo de unión psicológica con mi tierra, así calmo un poco la morriña como le llaman en Galicia.

Alejandro: ¿Qué accidentes has tenido? Supongo que cuarenta mil km en bicicleta es casi un milagro no tener accidentes.

Gerard: He tenido uno sólo, y fue en Galicia en un pueblo de Lugo llamado Friol, un bache me hizo saltar, y golpeé la cara contra el asfalto. Tengo una cicatriz que dicen que me da un aire curtido, un encanto de hombre de mundo.

Tengo por añadir, que a pesar de ser un aparatoso accidente, las consecuencias fueron agradables. Ese mismo día el ATS que me atendió me invitó a una fiesta, antes me había prohibido beber alcohol. Lugo me levantó la prohibición, y de noche todo el grupo fue a bañarse al río. Yo me bañé con tal de no mojarme el vendaje de la cabeza.

Después de una semana en Friol, me llevaron a conocer Santiago, Santiago es una maravilla.

En Siria me caí por unas escaleras y me rompí una pierna. En Israel me persiguieron unos perros salvajes en una carretera solitaria. En Egipto una vez la noche me cogió en un descampado y dormí debajo de un puente, al despertarme tenía sobre mí a un hombre ahorcado.

Alejandro: Te quedaste bastante tiempo en Santiago.

Gerard: No tenía previsto tanto tiempo en una sola ciudad, pero es que Santiago, es una auténtica ciudad estudiantil, con una carácter de estudiante casi medieval. Por sus calles veía a la moderna a François Villon, a Rabelais, a los estudiantes Goliardos cantando los karminas.

Es muy buena gente, y encantadora, aunque me han dicho que ha cambiado mucho, que ha disminuido la concepción crítica del estudio. Parece ser que en otra época se leía y se hablaba más en los bares, que el estudiante era un loco romántico, un utopista convencido.

Alejandro: Eso es cierto, el estudiante de Santiago ha cambiado y lo han cambiado, esperemos que pronto se cambien las posturas. Hace unos años el estudiante en Santiago poseía un bagaje cultural, adquirido al margen de la universidad y fuera de las aulas.

Gerard: Sí, eso es lo que he notado todavía ahora, la gente más interesante, preocupada por el mundo que los rodea, por el arte por el hombre en general, que poseían una buena y sólida formación, no destacaban en los expedientes académicos, incluso suspendían. He conocido estudiantes de brillantes notas, que tenían opiniones infantiles del mundo, del hombre y de la sociedad.

Es difícil hacer un tipo de vida en Santiago, Santiago envuelve en un vértigo delicioso de locura colectiva, de estudiante contracultural.

Con un poco de tristeza abandonaré esta ciudad.

Alejandro: Te diriges a Portugal y de ahí a África.

Gerard: Sí, de Portugal pasaré a Marruecos, Argelia, Níger, Alto Volta, Malí, Costa de Marfil, Ghana, Dahomei, hasta Camerún. Hasta ahí tengo el recorrido trazado; a partir de ahí son planes futuros o imprevisibles.

Que tengas suerte, que disfrutes y que nada malo te suceda.

En el año 1981 conocí a Gerard Cherraueau, por aquellos años ni la iglesia católica, ni el estado, habían puesto aún de moda el camino de Santiago, los peregrinos eran rarísimos. Al tratar a Gerard, decidí realizarle esta entrevista, ambos éramos jóvenes. Recuerdo con placer tomar notas de sus palabras en mi cuaderno. La entrevista fue publicada. Como es una entrevista curiosa a un personaje que más parece de película, la rescato del olvido y de nuevo la internetciclocirculo.
Y como no lo he vuelto a ver, si esto llega a tus manos, en este caso a tus ojos, recibe un fuerte y virtual abrazo.
Alejandro

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