viernes, 6 de mayo de 2011

-Kronstadt-


Kronstadt ciudad fortificada. Defiende el acceso de la capital rusa por el Báltico. Es la principal base de la flota rusa.

Las comunicaciones entre Kronstadt y la capital se realizan durante cinco meses de noviembre a abril, una ruta sobre la capa de hielo del golfo de Finlandia. La población comprendía las tripulaciones de la flota Báltica, distribuidas en grandes cuarteles, los soldados de la guarnición, artilleros en su mayoría; algunos millares de obreros, ocupados en los arsenales militares y numerosos oficiales, funcionarios, comerciantes, artesanos, empleados, etc. Unos 50.000 habitantes en total.

Antes de la revolución, por su cercanía a la capital y por las visitas al extranjero por parte de sus marinos, los habitantes de Kronstadt tenían una gran actividad política e intelectual. Al llegar la revolución de 1917 las corrientes de extrema izquierda: bolcheviques, socialistas, revolucionarios, maximalistas, sindicalistas y anarquistas, crearon sus centros bien organizados, cuyas actividades tuvieron influencia en los marinos y resto de la población.

“La falange de Kronstadt marchaba a la cabeza del pueblo en revolución”. Fue “el orgullo y la gloria de la Revolución rusa” dijo Trostsky cuando Kronstadt ayudó a la toma del poder de los bolcheviques. Lo que no le impidió dirigir los cañones de su ejército rojo contra esa “gloria”, devenida “canalla contra revolucionaria”, según sus propias palabras tan pronto como se irguió contra la impostura del partido bolchevique y su desviación de la Revolución.

En febrero de 1917 los marinos organizaron el primer soviet de Kronstadt. Aunque muy moderado (la mayoría eran socialistas revolucionarios de derecha y mencheviques), tuvo bien pronto, el impulso de los revolucionarios, agudos conflictos con el gobierno provisorio, cuyo motivo inmediato era insignificante, pero cuyo fondo era serio. El gobierno no podía tolerar el espíritu de independencia ni la actividad de los de Kronstadt y trataba de dominar a los reacios y someter enteramente a la población.

Los primeros conflictos se solucionaron amigablemente. Descontento, sin embargo, de la actitud floja de su soviet, el pueblo de Kronstadt procedió a nueva elección de delegados.

El segundo soviet de Kronstadt fue más avanzado que el anterior. Lo integraban bolcheviques, algunos maximalistas y anarquistas.

A finales de junio, Kronstadt se levantó contra Kerensky y su gobierno, por sus medidas represivas.

El 4 de julio, 12.000 marinos, soldados, obreros y obreras de Kronstadt desembarcaron en Petrogrado, con banderas rojinegras y cartelones que decían: “Todo el poder para los soviets”. Trataban de arrastrar a la acción de masas y luchar hasta la caída del gobierno para reemplazarlo por el de los soviets.

Su actitud no fue secundada. La nueva revolución no estaba madura. El gobierno no procedió contra los manifestantes y se llegó a un acuerdo, todo volvió a la calma.

Después de las jornadas de julio, la prensa burguesa reanudó sus calumnias contra Kronstadt, insinuando que la sedición había sido organizada con dinero alemán. La prensa socialista le hizo caso, insinuado que el movimiento era obra de “elementos sospechosos”. ¿No se ha dicho hace tiempo que “ el socialismo es el mejor gendarme de la burguesía”?.

Kerensky amenazó a Kronstadt con represalias que no se atrevió a llevar a cabo.

Kerensky, no se dejo intimidar, fue entonces cuando desplegó su mayor actividad.

Se comenzó por enviar agitadores y propagandistas a todos los rincones del país. La palabra orden y enlace era: “Todo el poder para los soviets”. Los marinos del mar Negro, sostenedores del gobierno de Kerensky, enviaron una delegación que se puso en contacto con los de Kronstadt, comprendió su posición y la mentira de la prensa y autoridades. A partir de entonces se estableció un estrecho vínculo entre ambas flotas.

Kerensky decidió sacar de Kronstadt las piezas de artillería pesada con el pretexto de reforzar el frente de Riga: los marinos sabían que esa artillería no era de eficacia en el frente y que la flota alemana se preparaba para atacar Kronstadt, y para su defensa era indispensable la artillería. Vieron que el intento de desarmarlos en vísperas del ataque era una traición directa a la Revolución.

Kronstadt no vaciló. Se dedicaron a elaborar un plan de resistencia y revuelta.

El gobierno cedió ante tal oposición. La popularidad de Kerensky decrecía de continuo.

La victoria moral de Kronstadt fue completa. A partir de entonces, múltiples delegaciones obreras y campesinas llegaban a Kronstadt. Venían a informarse de la verdadera situación, a pedir consejos e indicaciones para el porvenir. El papel revolucionario de Kronstadt era total: instrucción militar, armamento general del pueblo, se daba gran importancia a la educación difundiendo toda clase de literatura y potenciando las bibliotecas personales. Cultivando colectivamente parcelas de tierra que les fueron asignadas por grupos y los servicios públicos y edificios eran administrados por los ciudadanos, por medio de asambleas y comités. La población se encaminó a la socialización total de los locales y servicios públicos con lo que se llevó a cabo una transformación de la base misma de la vida en sociedad.

A fines de 1917, el gobierno se propuso reducir a Kronstadt. No osando atacarla, comenzó a debilitarla. Tomó medidas disimuladas, utilizando su entusiasmo revolucionario para privarle de sus elementos más combativos. Numerosos grupos partieron para el interior y fueron dispersados, no pudieron volver más a Kronstadt. Toda esa dispersión previa fue coronada por un golpe directo. A fines de febrero de 1918, al regresar los marinos de una expedición, vieron desde la estación caminar una multitud hacia Petrogrado. El consejo de comisarios del pueblo publicó un decreto de “disolución de la flota actual”. Una nueva flota roja se crearía sobre otras bases. Los marineros se negaron a acatar el decreto. El gobierno les respondió con un ultimátum: la sumisión o la supresión de toda razón a las veinticuatro horas. Al no sentirse fuertes para resistir, abandonaron la ciudadela.

Algunos marinos volvieron más tarde y se reagruparon, pero constituían un puñado.

Las fuerzas principales habían sido desperdigadas por la extensión inmensa del país.

El gobierno bolchevique, poco a poco, fue consolidando su dictadura. Cuando, en abril de 1918, el gobierno atacó a los anarquistas. Kronstadt mostró otra vez sus garras, pero ya no tenía la misma fuerza, hubo de limitarse a actos de protesta. Cayó una represión feroz. Todo estaba vigilado por la Tcheka.

Kronstadt, vanguardia de la verdadera Revolución, se doblegaba, en la impotencia, bajo el puño de hierro del poder “comunista”. Sin embargo, esto era sólo cierto a medias.

Los bolcheviques comenzaron una campaña de calumnias y el movimiento de Kronstadt estalló espontáneamente en marzo de 1927. Si hubiese sido premeditado, no se habría desencadenado en esa época, la menos favorable; semanas más tarde, liberada de los hielos, se habría convertido en una fortaleza casi inexpugnable; la gran suerte del gobierno bolchevique fue, justamente, la espontaneidad.

El 5 de marzo Trotsky lanza un ultimátum a Kronstadt seguido por una orden que contenía la histórica amenaza: “!Os abatiré como perdices!”.

Dos proyectos concebidos por los revolucionarios para el caso de ser derrotados no pudieron realizarse. El primero era hacer saltar los dos grandes buques de guerra, el Petropavlovsk y el Sebastopol. Pero encontraron cortados los hilos eléctricos. El otro era abandonar la ciudad para dejarla a los bolcheviques muerta y vacía. La falta de medios de transporte impidió su ejecución.

Entonces fue una orgía de matanzas. La Tcheka procedió a ejecuciones en masa.

Kronstadt cayó. El pretendido socialismo y real capitalismo de Estado triunfó esta vez.

Kronstadt fue una de las primeras tentativas populares enteramente independiente para librarse de todo yugo y realizar la revolución social, sin pastores políticos, jefes ni tutores.

Declaraciones de ex-camaradas del partido:

“Teniendo en cuenta lo que está ocurriendo en Kronstadt, creo necesario comunicar a todos (y en particular a la tripulación del “Petropavlovsk”) que dejé de pertenecer la partido comunista ruso en 1920. Pido que nadie me considere miembro del partido, y que no se me confunda con los usurpadores del poder, que tiran bombas contra inocentes niños y ni tan sólo tratan de evitar la muerte de un gran número de personas”.

T. Ja. Bratisevskij, marino de “Petropavlovsk”, octava compañía.

Camaradas comunistas de la base: Mirad en torno y veréis que estamos en un pantano al que hemos sido llevados por un puñado de comunistas burocráticos que, so capa de serlo verdaderamente, se han acomodado confortable posición en nuestra República.

Yo, como comunista, os digo: hay que desembarazarse de estos falsos comunistas que nos llevan al fratricidio. Es por obra de ellos que nosotros, los comunistas de la base, sufrimos, sin tener responsabilidad alguna, los reproches de nuestros camaradas obreros y campesinos sin partido.

Estoy espantado de la situación actual. ¿Es posible que sea derramada sangre de nuestros hermanos por los intereses de estos “comunistas burócratas”?.

¡Reflexionad, camaradas! No os dejéis hacer por estos comunistas burócratas que os provocan e impulsan a la matanza. ¡Echadlos a la calle! Un verdadero comunista no debe imponer sus ideas, sino marchar con toda la masa laboriosa, en sus mismas filas.

Rojkali, miembro del partido comunista ruso
(Izvestia número 4, del 6 de marzo).

No hay comentarios: