viernes, 28 de mayo de 2010

-Una Pequeña Lata de Espárragos-


Personalmente, en cuestiones gastronómicas acepto todo. Es esta una afirmación que no todas las personas comparten.

Si dijese, en política lo acepto todo, sería normal que no todas las personas opinasen lo mismo que yo. De ahí que se hayan formado esos dos grandes grupos que intentando imitar en sus diferencias al día y a la noche y emular su pudiesen a la religión cristiana, dividida en Dios y Diablo, siendo uno el bueno y el otro el malo.

La política mundial está dividida en derechas e izquierdas. La división en política es una división ficticia, pues que tan solo los separa el poder y control del estado, poder y control que es alternativo, ahora nosotros, y dentro de cuatro años, vosotros. Es lo que los países civilizados denominan democracia.

En gastronomía, que no es una ciencia rigurosa ni dogmática como la llamada ciencia política, sino más bien un arte, también existen esas dos grandes divisiones; los vegetarianos y los carnívoros.

Un amigo me dijo un día en la tertulia del café, al comentar yo que mis gustos eróticos tenían por exclusiva a la mujer y no a mujer, maticé, sino a la mujer en abstracto, a la mujer universal, por eso habo siempre el amor con la luz apagada, de este modo hago el amor a todas las mujeres del mundo.

Ese es un razonamiento a medias, me respondió, si el mundo se divide en hombre sy mujeres y haces el amor a la mitad de él, pierdes entonces el placer de amar a la otra mitad. Es lo mismo que si fueses solamente vegetariano, o solamente carnívoro. Los partidarios tanto en materia política, como gastronómica o erótica, no saborean el placer de sus contrarios, es más, son encarnizados enemigos naturales.

Ante una lógica tan contundente farfullé como salida fácil y ramplona, ¿y lo del SIDA?, obteniendo por respuesta: ¡no seas majadero!.

Al refrán:

               "De la mar, el mero
               Y de la tierra, el cordero."

Le añadiría, y de los vegetales el espárrago. El espárrago, por aspecto, por presencia, por sabor y por cualidades, es el líder indiscutible de los vegetales.

Tengo un amigo de la infancia que nunca ha comido espárragos, y sin embargo adora hasta tal punto a este vegetal que siempre lleva en el bolsillo de su chaqueta una pequeña lata de espárragos al natural.

Por discreción, nunca le había preguntado el porqué de esa compañía, pero un día, vencido por la curiosidad, pregunté ¿por qué llevas siempre una lata de espárragos en el bolsillo?. Íbamos paseando, se paró, y mirándome fijamente a los ojos me dijo con solemnidad: en la vida de un hombre hay momentos importantes, cruciales, que para resolverlos, éste debe poner lo mejor que de sí tenga. Para esas ocasiones tengo reservada la lata de espárragos. 

Mira añadió, cuando intentaron obligarme a realizar el servicio militar, fuéa correos y envié a las oficinas de reclutamiento, previo pago del franqueo, una lata de espárragos. Ese mismo día cruzaba la frontera española para dar con mi cuerpo en Europa.

En otra ocasión, tras una estúpida y trivial discusión con una mujer que se había convertido en mi esposa, no se me ocurrió otra forma de liberarme de tal grillete que dirigirme a la despensa, tomar en mis manos una lata de espárragos, y entregársela. Minutos después, en la calle, respiraba profundamente y hasta juraría que me desapareció la jaqueca que había contraído desde el mismo día del casorio.

Desde ese día, llevo por si acaso, constantemente conmigo, y señaló el bolsillo de su americana, esta lata de espárragos. Puedo asegurarte que es un arma de eficaz estratégia y de inmejorable apoyo moral.

En cuestiones gastronómicas acepto todo. Es esta una afirmación que no todas las personas comparten.

Pero lo que si puedo asegurarles, es que ya somos un numeroso grupo los que portamos en alguno de nuestros bolsillos un pequeño bulto que no es ni la petaca, ni la cartera, sino una lata de espárragos al natural.

Sartenes hay de sobra por todo el mundo.

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