martes, 1 de junio de 2010

-Desarreglos Juveniles-


En un apacible café, bebía la consumición servida por una animosa camarera.

Entró una muchacha, con una niña sujeta a su cuerpo con esas modernas mochilas europeas.

Reconociéndolas, la camarera, se dirigió a ellas deshaciéndose con la niña en tiernos halagos, para acabar diciendo:

-De pequeñines están para comerlas y de mayores te arrepientes de no haberlas comido, y añadió. Sé de lo que hablo, tengo una hija de veinticuatro que empieza que empieza a arreglarse y tengo otra de quince que se está desarreglando.

Mis pensamientos me llevaron a meditar en el por qué de los desconcertantes cambios de humor en los jóvenes adolescentes, llegando a la conclusión, que las hormonas, los cambios biológicos y las fases de cambio, no son más que una eufemística manera de nombrar o de ocultar una realidad fisiológica.

Estos desarreglos emocionales y del carácter son tan intensos en las jóvenes que las madres llegan a identificarse con la bruja de la manzana del cuento de Blancanieves y los siete enanitos.

Representando los siete enanitos, las múltiples, variopintas e inofensivas ensoñaciones a que la muchacha se ve voluntariamente sometida.

Blancanieves se dormía al morder la manzana, quedaba humanamente aletargada el tiempo necesario para pasar la adolescencia, hasta que un hermoso príncipe montado en un brioso corcel, deslumbrado por la belleza y serenidad de la joven, la besaba apasionadamente, ésta despertaba en sus brazos, con buen carácter y arreglada del todo.

Mucho es lo que las jóvenes deben penar durante esos años, terrible padecimiento del que los adultos nos reímos olvidándonos de lo que años atrás nosotros mismos hemos padecido.

Nuestro desarrollo sexual alcanza en esas edades su mayor plenitud, a duras penas la moral religiosa, familiar y social son capaces de contener los envites de estas profundas oleadas que al no encontrar su natural expansión se manifiestan en borrascosas e intempestivos arranques de carácter.

Un conocido me contaba escandalizado que su hijo de quince años se había colgado amorosamente de una joven de dieciocho, sospechando que mantenían asiduas relaciones.

Yo no pude menos que escandalizarme ante su comentario.

¿No recordaría este hombre cuando el tenía su edad, lo que hubiese dado por vivir una situación similar a la de su hijo?.

¿Había olvidado que a esa edad tenía mas erecciones en un solo día que en la actualidad en toda la semana?.

Si las jóvenes tuviesen una real y satisfactoria relación sexual, de seguro que desaparecerían los famosos desarreglos hormonales, las malas contestaciones, el mal carácter, las anorexias y las depresiones, desapareciendo por añadidura casi totalmente el fracaso escolar.

Salí del local convencido, mientras observaba las bonitas fachadas de los edificios, que en esos mismos edificios vivían adultos aletargadamente matrimoniados con una total ausencia de Blancanieves, ellos, y de príncipes montados en briosos corceles ellas.

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