jueves, 17 de junio de 2010

-Las Malas Expresiones-


Nuestra vida diaria está plagada de malas expresiones, pero hay algunas que son de mayor importancia que otras. Un gallego, por ejemplo, si dice, comí copiosamente, se está refiriendo a que comió abundantemente, pero si dice, como suele decirlo todo gallego que se precie, comí de carallo, está diciendo que comió más allá del límite físico y que ya se está refiriendo a la dimensión psicológica. 

Es una mala expresión posiblemente, pero es precisa, concisa y al mismo tiempo amplía y ambivalente. Porque dicha expresión también sirve dependiendo del contexto, para indicar que se comió muy poco o nada, llegando a penetrar en este caso en la nada psicológica.

También hay que reconocer que cualquier habitante de otra autonomía y extranjeros también, que al mes de estar en Galicia, tendrían el carallo en la boca.

Los estudiantes utilizan la expresión, refiriéndose a los resultados de los exámenes, aprobé, suspendí, así dicho, uno se considera juez y reo, autoculpabilizándose en el caso de suspender o premiándose en el caso de aprobar. Fíjense bien que no digo autopremiándose, porque el aprobado es recibido como una condescendiente deferencia del profesor.

Suspendí, con ello estoy diciendo, no estudié, no conozco la materia, hice mal el examen, es justo que suspenda.

Aprobé, con ello estoy diciendo, estudié, conozco la materia, hice bien el examen, es justo que me hayan aprobado, incluso que generoso, que bondadoso, que enrollado es el profesor que me ha dado una nota más alta de la que yo creía merecer.

El estudiante, adiestrado desde la infancia, aprende, es decir, traga sin masticar siquiera todo aquello que le enseñan a repetir.

De ahí que nunca diga, me aprobaron. El profesor como juez es el que ha evaluado según sus conocimientos, según su criterio, y según su humor, que suele ser cambiante y variable en el tercer caso, amplio y extenso el segundo pero estrecho y parco en el primero. 

Tampoco dice el estudiante, me suspendieron, porque la citada expresión implicaría al profesor como juez conduciendo o absolviendo, según su propia ley, según su propio juicio y personal interpretación. Sería como reconocerlo y ellos reconocerse como jueces de horca y cuchillo.

Lo son, ellos lo saben, pero no está en su deseo reconocerlo.

Lo son, los estudiantes lo saben, pero las citadas expresiones le impiden reconocerlos. El adiestramiento educativo es casi perfecto.

El estudiante estudia, ni aprueba ni suspende absolutamente nada. 

Es el profesor quien evalúa, y llegado el mes de junio, como un dios, emite veredictos. Tú aprobado, tú suspenso.

Había que depurar nuestro lenguaje de esta sucia costra añeja semántica e intencionadamente en él incrustada. Desde una visión académica estas serían las expresiones correctas, pero creo que estaría mejor dicho, tenemos que estar atentos con las expresiones que utilizamos porque es un lenguaje académicamente impuesto y nos están manipulando.

Nuestra vida diaria está plagada de malas expresiones, pero hay algunas que son de mayor importancia que otras.

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