miércoles, 13 de octubre de 2010

-¿Calidad, Cantidad?-


La asociación para la defensa de animales no humanos, ha conseguido que el parlamento catalán votase por mayoría, la prohibición de la fiesta nacional de toros en Cataluña.

¿Cuántos toros podrían ser lidiados al año en esa comunidad?.

Si contamos a tres toreros por día y dos toros por torero, se obtendría seis toros por día de espectáculo que multiplicado por trece corridas celebradas, un total de setenta y ocho toros sacrificados. ¡No es la cantidad, es la calidad del sufrimiento lo que importa!, argumentaran algunos. Y tienen razón, a mi manera de ver, los unos y los algunos. Cómo va a ser igual la muerte de un artífice del espectáculo nacional, como Mejías, Manolete o Paquirri, todos ellos de calidad nacional, o Lola Flores, Rocío Jurado, representantes de los tradicionales valores de la mejor calidad de España Cañí.

Como va a ser igual esta calidad si la comparamos con la muerte anual de obreros, o con las de accidentes de tráfico.

La calidad cuenta para algunos, la cantidad también cuenta para otros, como se puede apreciar, la cantidad cuenta menos, pero también cuenta. Esto podría extrapolarse a las víctimas individuales del terrorismo representativas todas ellas de la calidad nacional, si la comparamos con el resto de la población.

Aunque debo añadir, que si necesito comprarme un lápiz o un afila-lápiz que sean de calidad, ambos son -made in germany-.

Si los parlamentos dispersos por el nacional territorio, siguiesen el ejemplo de Cataluña, disminuirían grandemente de un decretazo la calidad española.

No obstante, hay calidades que no lo son y hay cantidades que sí lo son, a veces ocurre lo contrario y otras veces ni una cosa ni la otra. La represión que siguió al golpe de estado militar en 1936, que duró hasta bien entrado los años sesenta, no se menciona la calidad, y muy poco la cantidad.

De otros eventos históricos, solamente se menciona la cantidad, y de otros absolutamente nada. La calidad importa en todo, como en todo importa la cantidad.

Una buena comida se caracteriza por su abundancia, los curas calificaban sus comidas en tres, cuatro o más botones, según la cantidad de ellos que desabrochaban de la sotana. Claro está que también hay quien acude a los modernos locales de cocina de calidad y degustación donde lo que parece importarles a los chef es competir por quien pone menos cantidad y quien pone el mayor precio.

Con respecto a los animales no humanos, esa ley puede traer otras leyes, por aquello “donde hay uno hay dos”.

Se imaginan que la sociedad protectora de animales no humanos insistiesen y los sensibles políticos decidiesen, votar otra ley prohibiendo mantener a los perros atados, como sucede en el rural, y otra ley que prohíba mantener a perros en pisos todo el día encerrados, con un corto paseo solamente para que alivien sus cuerpos de las excrecencias sobrantes.

Si la anterior es una ley antitoros, la de ahora sería una ley antichuchos. Esta ley haría caer al gobierno dejándolo hecho añicos. Pero si además la mencionada asociación, valientemente diese un paso más exigiendo que se prohibiesen tener a las gallinas enjauladas desde su nacimiento, impidiéndoles dormir para aumentar con estos desvelos la producción de huevos.

Si exigiesen a su vez una ley, que prohibiesen mantener a los infelices pajarillos en jaulas, así como todos los demás animales denominados mascotas. Y si los sensibles políticos secundasen la exigencia, esta ley, de proclamarse, no solamente haría caer al gobierno, sino también a la mismísima monarquía, con su corona, cetro de mando y demás prebendas.

Pobrecillos animales zoologizados, pobrecillos infelices granjizados, pobrecillos infelices enjaulados.
 
Tenéis una sociedad de bienestar, pero no tenéis una sociedad de felicidad. A los animales bípedos humanos nos pasa lo mismo, sólo que peor, lo nuestro es voluntario. Una revolución podría liberaros a vosotros y a nosotros. La revolución no está de moda mientras tanto a bienestar.

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