martes, 14 de junio de 2011

-Familia, trabajo y guarderías-


La familia es la base de una sociedad, es el soporte de una estructura económica basada en el trabajo y en la producción, la educación que la familia impartía a sus hijos, era la educación de una moral basada en el trabajo.

Con el desarrollo industrial de los siglos XV y XVI, en el llamado renacimiento, época que sentará las bases de los descubrimientos científicos e industriales futuros, la familia comienza a perder ese valor de único soporte social.

Un señor llamado Nicolás Maquiavelo, teórico político, diplomático, escritor y consejero de príncipes, sienta las bases de la actual sociedad.

Maquiavelo quita el valor predominante de la familia y se lo da a un nuevo concepto innovador “el estado”, el estado pasa a alcanzar la importancia de Dios.

Con el avance de las Ciencias, la industria se perfecciona, llegamos a lo que en historia y en economía se conoce con el nombre de revolución industrial. Las ciudades crecen, los campos se vacían, el campesino busca trabajo en las factorías, trabajo para no morirse de hambre.

En el siglo XIX, siglo triste para la historia de la humanidad, se trabaja 12 y 20 horas diarias, los niños también, los niños se suicidaban a lo 9 años cansados de vivir sin haber vivido.

En la actualidad ya no se trabajan tantas horas, duras luchas obreras, infinidad de encarcelados, huelgas, manifestaciones y centenares de muertos, han logrado que la jornada laboral pasase de 18 a 8 horas.

La familia actual vive en un piso reducido, donde sólo hay cabida para padres y dos hijos a lo sumo, la sagrada figura del abuelo, como el hombre comprensivo y tolerante por haberse curtido en la experiencia y en la vida, desaparece.

En la actualidad, ya no trabajan los niños de edades tiernas, pero son los padres, los que trabajan, los niños tienen que estar vigilados y guardados. Aquí es donde el desarrollo industrial, crea un organismo que guarda durante ocho a nueve horas a niños que no pueden estar atendidos y educados bajo los juegos y el cariño de sus padres, porque ellos están para trabajar no para jugar ni para amar.

A este invento similar a rediles de ovejas, se les llama guarderías infantiles.

Con la creación de las guarderías, los padres perdieron la ascendencia sobre sus hijos para delegarla en el estado, que se encargará definitivamente de educar al niño. Educación ésta que no está basada precisamente en el afecto sino en la competencia, en fomentar a ver quién es el mejor.

Los profesores son las personas que se imitan, son las personas poseedoras de la sabiduría, los padres nada saben, han sido relegados a la función de regañarlos cuando hacen algún mal comportamiento.

El afecto desaparece de los corazones de los padres, y de los hijos también. Después de la jornada de trabajo, los padres cansados, no tienen ni vigor ni humor para jugar alegremente con su hijo: la mala contestación es lo más frecuente.

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